jueves, 4 de agosto de 2011

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Hace muchos muchos años cuando se pensaba en blanco y negro y los carretes de películas hacían un ruido espantoso, en esa década de aquella foto que tiene guardada toda descascarada y de la cual no recuerda ni su procedencia ni quienes están en ella. En la ciudad de Shaeri ho, lugar de casas pequeñas y reconocida por su crecimiento industrial, en la estación de tren todo el pueblo se congrego para recibir a mi tía Nora.


Mi tía Nora, vuelvo a nombrarla a ver si usted recuerda a alguna tía olvidada, era una mujer estricta, delgada, arreglada con sombreros incomodos y fragancia añeja. Hija única de Julio y Augusta, con una educación estricta de colegios privados y uniformes largos y sombríos. Obligada a casarse de joven con Domingo, un banquero muchos años mayor que ella de cuerpo débil y mente poderosa, amigo íntimo de Julio y primo de Augusta.

Ya sé, no me diga nada, se quedó pensando en su tía olvidada, llámela más tarde y no deje de prestar atención. Salvo que su consciencia este lo suficientemente sucia como para dejar de leer este relato y dirigirse al teléfono en el caso que fuese necesario, ya que en estos días la mayoría de la gente posee un teléfono celular el cual está a mano para todo tipo de llamado o mensaje que uno requiera enviar o realizar. Piense en si el estado de cuenta de su línea está a favor, en caso contrario ya no solo se ausentaría momentáneamente del relato sino también de su casa debiendo salir a un banco o un kiosco cercano de su actual posición para saldar lo que debe. Tiene dinero? Esa es otra pregunta que debe hacerse porque en caso de no tenerlo en efectivo debería salir también primero para ir a buscarlo, ya sea a un cajero automático o algún comercio en donde haya realizado algún trabajo y le deban su remuneración. También está la opción de pedirle a un amigo o vecino en donde usted quedaría en falta y muy probablemente deba de dar alguna explicación, la cual debería ser: estoy leyendo un relato en donde nombraron a una tía que me hizo recordar a una tía mía a quien no llamo desde hace algún tiempo y me di cuenta al tomar el celular para efectuar dicho llamado que no poseo crédito para realizarlo. Asumo que le es más interesante continuar con el relato que efectuar la llamada, así que continúo con el mismo.

Si usted no se sintió identificado con la situación de la tía y opto por saltearse el párrafo y continuar azarosamente por este, quiero decirle que se perdió de una buena explicación, la cual es tarde para retomar, ya que no va a tener el mismo sentido que si hubiese continuado leyendo, no voy a decirle de cuantos datos se perdió de la historia, ya que usted mismo decidió evitar la continuidad del relato. Creyó por un momento que era buena idea saltearse un par de líneas y continuar leyendo más abajo, ahorrándose tiempo?. Si realmente esta apurado entonces no dedique su tiempo a leer, ya que todos nos dimos cuenta que su capacidad no se lo permite.

Al bajar Nora del tren se sintió rara, una extraña sensación parecida a la decepción le crecía en el pecho. Un pequeño, pero inevitable dolor surgió de repente, parecido al sentimiento que tiene usted si se sintió herido al final del párrafo anterior. Sino entiende lo que digo no intente leer el párrafo anterior, es en vano debería haberlo pensado antes de decidir continuar leyendo en el párrafo en donde encontró algún indicio de Nora.

El viaje tenía como finalidad reencontrarse con Armando, un novio de su corta infancia el cual se convirtió, mas no sea por unos meses, en confidente de sus secretos y en su verdadero amor, el cual no se encontraba allí, esperándola como ella había supuesto. Y así termina la historia, si leyó el principio y fue directo al final fue una simple concatenación de oraciones que dejara como moraleja que las cosas no son como uno a veces las piensa o imagina, en caso contrario si usted fue un lector fiel sabrá que la moraleja se aplica no solo a la vida sino también a este simple relato.