miércoles, 22 de septiembre de 2010

Comprar ropa

Después de juntar algunos pesos, haber usado hasta el cansancio los regalos de cumpleaños y navidades, gastar la ropa heredada, y por sobre todo cansado de escuchar comentarios de cuán lejos estoy de la moda me decido a comprar ropa.

En la clasificación, claramente no me ubico dentro de los compulsivos, tampoco de los que están a la moda y se compran todo lo que ven en la tv o revistas, más bien me coloco dentro del minoritario grupo que pretende vestirse, básicamente para no cagarse de frio en invierno y para que no se le caguen de risa en verano.

Mi primera elección es la barata, mas allá de las marcas, cosa de la que debo aceptar mi total ignorancia, comienzo mi recorrido. Al cuarto local me doy cuenta que mi primera elección va a ser casi imposible así que decido contentarme con poder comprarme algo que medianamente sea de mi gusto.

En la mayoría de locales que recorro la cantidad de gente desesperada revolviendo todo, cual huracán, hace que me tire para atrás, en otros el silencio absoluto me da a dudar.

Después de algunas cuadras me decido a entrar al próximo local, mas no sea para comenzar a formar parte de la masa y pasar un poco más inadvertido.

No antes de terminar de cruzar el umbral del negocio varias voces, a veces a coro y otras con un pequeño delay, me repiten la frase: “hola, estas buscando algo en particular??? Cualquier cosita me avisas dale???” Un grupo cual secta, se acerca a mí, cual muertos vivos en busca de cerebros, lo que buscan es enchufarme cualquier cosa. Mi silencio hace que se alejen poco a poco.

Comienzo a observar la ropa y elijo una prenda al azar. Ahora comienza la segunda etapa: el talle.

A uno le es casi imposible saber que talle es, no solo porque si un día comió algo de mas ya no es el talle que era unos minutos antes, sino que cada local tiene el suyo, por ende si en uno es L, probablemente en otro sea XS o algún numero tirado al azar.

Teniendo la prenda en la mano giro como pidiendo auxilio y rápidamente alguien acude a mi ayuda, a la pregunta este es mi talle? Llegan muchas respuestas: A ver, déjame verte, no vos seguro necesitas uno más chico, pero déjame ver qué modelo es??, ayyy sabes que de ese ya no me queda porque apenas salió se lo llevaron todo, te puedo ofrecer este que es parecido de la colección anterior pero está en liquidación así que si lo queres cambiar vas a tener que cambiarlo por otra cosa. Te puedo ofrecer también de este otro modelo que está saliendo mucho y seguro que te queda divino… te lo queres probar?

Antes de esbozar una vocal me encuentro frente a un cambiador con una pila de ropa en las manos. Haciendo piruetas con las perchas logro correr ese telón para comenzar a ver la tragedia que viene a continuación, El vestidor.

Lugar físicamente diminuto en donde uno se ve apuntado por una luz inquisidora… que junto con un espejo demasiado real, no dejan ningún defecto a la imaginación. Poco a poco comienzo a probarme la ropa y entre el calor, las posiciones sumamente incomodas, la maldita imagen que me devuelve el espejo y la frase: “ como te quedo?”, amenazando con correr la tela y exhibirme frente a todo el local, salgo raudamente en busca de oxigeno.

Antes de partir exhausto tanto física como mentalmente la persona que me había atendido se despide de mí mostrándome una cara que claramente busca hacerme sentir culpable por no comprar nada y haber revuelto medio local.

Comienzo el camino de regreso a casa y no dejo de cruzarme con gente llena de bolsas a lo cual me viene la siguiente reflexión: esto no es lo mío, definitivamente no me queda más que esperar el próximo regalo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario